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Hulk Hogan, Donald Trump, André el Gigante

«Donald Trump es divertido en el mismo sentido en que un luchador de Pressing Catch es divertido.»

— Norm Macdonald

Al añorado cómico Norm Macdonald le preguntaron por Trump en una entrevista en la tele canadiense. Corría el año 2018 y Donald Trump ya estaba instalado en la Casa Blanca. Es sabido que Trump antes de ser presidente gustaba de pulular por ambientes prestigiosos y dispares de la noche neoyorquina. Se conoce que se dejaba caer a menudo por las bambalinas del SNL y se codeaba con el equipo. Norm Macdonald fue una de las figuras destacadas del SNL de los 90, por lo que en la entrevista no dudaron en preguntarle por sus encuentros con Trump. El cómico no tuvo reparos en expresar una cierta consideración simpática por la persona de Trump y admitió que le parecía un tipo divertido. La entrevistadora le preguntó en qué sentido podía parecerle divertido Trump, a lo que Norm Macdonald respondió: «en el mismo sentido en que lo es un luchador de la WWF».

Trump nunca habla del todo en serio. Nunca habla del todo en broma. Nunca se le ha visto soltar una carcajada, de hecho nunca se le ha visto reír genuinamente. Trump es monocorde y su único tono es la sorna fanfarrona.

Habla de sus adversarios con una insolencia más propia de un matón de patio de colegio que de un presidente de los EE.UU. Nos tiene acostumbrados a comentarios tan fuera de lugar que cuesta creer que los haya dicho en serio un adulto funcional. Se diría que el propio Trump es consciente de que está interpretando un papel, una versión exagerada y medio en broma de sí mismo. No parece que quiera decir en serio la mayoría de bravuconadas que suelta, todo es un golpe de efecto que busca transmitir solvencia y poder, pero sus bravuconadas ahí quedan dichas.

Trump se elogia constantemente a sí mismo. El principal palmero de Donald Trump es Donald Trump. Cualquier cosa que acaba de hacer es «la mejor de la historia», «ningún presidente lo había hecho tan bien», «probablemente es el mayor logro jamás conseguido nunca». Sin embargo, estas alabanzas a sus propias gestas las hace siempre rayando la exageración consciente. No parece que lo diga del todo en serio, pero ahí lo deja.

Esta sorna fanfarrona perpetua que usa para comunicarse puede parecer una limitación —porque lo es—, pero también es un comodín ventajoso: nunca queda claro cuánto hay de mentira y de verdad en él.

Sucede lo mismo con el Pressing Catch.

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El malogrado Hulk Hogan haciendo campaña por Trump en 2024.
El malogrado Hulk Hogan haciendo campaña por Trump en 2024. Historia de los EE.UU.

Salvo algún niño despistado, todo el mundo sabe que el Pressing Catch es una representación teatral. Todo es cuento. Todo es artificio. ¿Todo? Salta a la vista que hay cosas que sí son verdad: hay músculos, hay acrobacias, hay lanzamientos de objetos, incluso hay accidentes.

Recuerdo que en 3º de EGB el hermano mayor de un amigo nos reveló una verdad del calibre de «los reyes son los padres»: «el Pressing Catch es mentira». Nos contó que los luchadores hacen ver que se pegan, y para que parezca que los puñetazos impactan fuerte y retumban, dan pisotones en la lona al compás. Acto seguido nos hizo una demostración usándonos como blanco de su varapalo de puñetazos falsos con zapateao. Todo ello, por supuesto, mientras se retransmitía a sí mismo imitando el acento argentino y la entonación de Héctor del Mar: «‘achete, ‘achete, ‘achete… Cahtiga, cahtiga, cahtiga…» Nos invitó a fijarnos en estos trucos la próxima vez que viéramos el Pressing Catch en la tele.

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pressing catch telecinco
Pressing Catch, así bautizó el formato Telecinco.

En el Pressing Catch hay mentira pero también hay verdad. Es fácil darse cuenta de eso. Sin embargo, es difícil desentrañar exactamente dónde acaba la mentira y dónde empieza la verdad. Hay que conocer muy bien los entresijos del oficio para tenerlo claro y ser capaz de separarlo bien. Posiblemente aquí radica la gracia del Pressing Catch como espectáculo.

Tras la revelación del hermano mayor de mi amigo ya no pude ver el Pressing Catch con los mismos ojos. Sin embargo, ahora lo que más me llamaba la atención eran los planos del público que asistía al estadio donde se desarrollaban los combates. Gradas y gradas repletas de público entusiasta. Había niños —seguramente tan crédulos como yo hasta pocos días atrás—, pero también mayores, muchos mayores; de hecho la mayoría de las localidades las ocupaban adultos. Muchos de esos asistentes talluditos blandían carteles artesanales con mensajes de apoyo a su luchador predilecto, otros lucían merchandising comprado in situ, manoplas descomunales de gomaespuma en las que figuraba el dibujo de un puño con el índice levantado y la leyenda #1.

Todos esos adultos ¿eran tontísimos y no se habían dado cuenta de que lo que sucedía ante sus ojos era mentira? ¿Tan ceporros son los yanquis? ¿O acaso participaban en la farsa sólo por la ilusión de sus hijos, como en una cabalgata de reyes?

Hoy me doy cuenta de que quizá era otra cosa lo que tenía lugar en esas gradas. Quizá los adultos asistentes se sumaban a la representación. Ellos también interpretaban un papel y, aunque muchos simplemente se dejaban llevar por el ambiente, todos eran conscientes de lo que estaban haciendo. No es que hubiera una norma escrita, el propio ritual invitaba a suspender la incredulidad y vivir el espectáculo con entusiasmo decidido. La broma era no tomarse la broma a broma. Divertirse siguiéndoles el juego a esos saltimbanquis mazados. Una vez terminado el espectáculo, los espectadores volvían a sus casas habiendo vivido un vaivén de emociones intensas.

Hay algo atávico en esta forma de teatro tan rudimentaria y pura, algo que enlaza con la forma en la que en la antigua Grecia los espectadores vivían las representaciones teatrales primigenias, lo expresaba con fascinación Werner Herzog en el podcast de Conan O’Brien.

Todo esto cuesta más explicarlo con palabras que entenderlo viviéndolo desde las gradas.

Como decíamos, todo el mundo sabe que el Pressing Catch es mentira pero todo el mundo percibe que en él hay algún ingrediente de verdad, aunque no sepamos con exactitud dónde acaba lo uno y empieza lo otro.

Vince McMahon, dueño de la WWF que parece la suma de Ronald Reagan + Javier Cárdenas (tanto física como espiritualmente), es realmente un jefe perverso y desalmado, pero ante las cámaras del programa se interpreta a sí mismo como un jefe todavía más perverso y desalmado, un villano de opereta. Fruto de lo cual nos acaba resultando en cierto modo simpático, porque no nos queda claro hasta qué punto es así realmente. Queremos pensar que se trata de un personaje deliberadamente excesivo, perteneciente sólo al mundo de la ficción.

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McMahon kiss my ass
Vince McMahon representando sobre el cuadrilátero en qué consiste la relación empleador-empleado.

Imagina que eres muy mala persona y quieres seguir siéndolo pero que la gente no te lo tenga en cuenta. Podría pensarse que en tal caso lo mejor que puedes hacer es ocultar lo mala persona que eres, actuar para parecer bueno de cara a la galería y seguir siendo un malvado a tus anchas cuando nadie te ve. Sin embargo, te arriesgas a que se descubra la verdad con relativa facilidad: basta con que alguien recabe pruebas de que haces lo contrario de lo que dices y las exponga.

Hay otra opción que se ha demostrado más efectiva: actuar para parecer tan mala persona como realmente eres —o incluso más—, pero dando a entender que estás interpretando un papel. La gente empezará aceptando al personaje de ficción y en el mismo pack ya habrá aceptado al malvado real sin ser consciente de que lo ha hecho.

Un ejemplo muy burro. Tu pareja, con quien mantenéis una relación cerrada, un día va y te suelta: «Cariño, te tengo que confesar que acabo de asesinar a tus padres, me he pulido todos nuestros ahorros y me estoy follando a mi colega de oficina.» Mientras la perplejidad se adueña de ti, tu pareja de golpe aclara: «¡Es bromaaa! Sólo me estoy follando a mi colega de oficina.» ¿Cómo te quedas? Pues te asolará la confusión, pero seguramente no sentirás tanta conmoción como si te hubiese confesado sólo esto último de forma inequívoca y sincera.

Otro ejemplo quizá más verosímil y ajustado a la realidad que nos ocupa: mentir para sacar tajada. No es un delito tipificado en la mayoría de casos cotidianos, pero es algo que muchas personas consideramos una maldad en toda regla. Si vas de sincero y alguien te pilla mintiendo para salirte con la tuya, tu imagen se derrumba y sufres una crisis de reputación. Si vas de pillo capaz de todo para conseguir tus objetivos y alguien te pilla mintiendo, es lo que la gente ya se esperaba de ti. Una mentira sigue siendo una mentira, pero a nadie puede sorprenderle que hayas mentido, por lo que para todo aquel que ya hubiese interiorizado tu faceta de pillo incorregible ya estabas disculpado de antemano.

Así que la clave es lograr que las masas te compren la persona pública de pillo incorregible, pero eso no es algo fácil al alcance de cualquiera. El caballo de Troya para conseguirlo es introducirte en sus vidas como un personaje televisivo medio real, medio de ficción. Facilita las cosas usar siempre al máximo la exageración socarrona para venderte como personaje, porque así se queda con la copla hasta el tío más cenutrio sentado en la última grada del estadio. El Pressing Catch es una fórmula de telerrealidad perfecta para tal fin.

La trayectoria mediática y política de Trump se mueve en estas coordenadas.

De hecho, los vínculos entre Trump y el Pressing Catch son muy directos. El propio Trump ha hecho varias apariciones como estrella invitada en combates de la WWF y ha mantenido piques teatralizados con Vince McMahon, ambos son animales televisivos muy similares. Incluso ha ejecutado algunos golpes y agarrones ante las cámaras como un luchador esperpéntico más. Estos momentos han pasado a la posteridad, hay GIFS de ello. La actual Secretaria de Educación de la administración Trump es Linda McMahon, quien fue hasta 2024 esposa de Vince McMahon. La propia Linda McMahon ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional como promotora de la WWF y derivados.

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Donald Trump y Vince McMahon, tal para cual.
Donald Trump y Vince McMahon, tal para cual.

Trump vive instalado en la sorna fanfarrona, propia de quien sabe que está interpretando una parodia de sí mismo, y con ello logra que sea imposible diferenciar qué es verdad y qué no en sus palabras.

Si nunca queda claro qué ha querido decir en serio y qué en broma, no es posible hacerle rendir cuentas por lo que haya dicho.

Su palabra no tiene valor, al menos no por el significado literal de lo que dice. Trump sabe que su palabra sólo tiene utilidad para conseguir golpes de efecto y así la usa.

Cuando Trump repite que él no perdió las elecciones de 2020 y que los resultados estaban amañados, ¿lo dice en serio? ¿Es su intención que interpretemos sus palabras de forma literal? ¿O es su forma pressingcatchera de transmitir que, independientemente de su derrota en las elecciones, nunca se va a dar por vencido y volverá a batirse en la siguiente contienda? Como lo haría un luchador de Pressing Catch malote y muy fanfarrón que nunca aceptará la decisión del árbitro porque «él nunca pierde» (ese es su latiguillo oficial), y cuando es derrotado por el luchador favorito del público abandona el estadio sin admitir el resultado y soltando pestes y pidiendo revancha y repitiendo que él es el mejor y que esto no se acaba aquí porque «él nunca pierde».

Hablar exagerado no es hablar claro, aunque lo pueda parecer, así que es de esperar que sus palabras sean interpretadas como mejor le convenga a cada cual. Esto es especialmente útil para evitar que los seguidores de Trump se sientan engañados. Siempre podrán retorcer la interpretación de lo que dice Trump —incluso de lo que hace— para hacerla encajar en su visión de la realidad. La disonancia cognitiva difícilmente tendrá lugar. El espectáculo continuará.

Acabo mi disertación acordándome de que el hermano mayor de mi amigo de 3º de EGB, aquel que nos abrió los ojos acerca del Pressing Catch, tenía un montón de muñecos articulados de distintos luchadores de la WWF: Hulk Hogan, Los Sacamantecas, El Último Guerrero, Snake «El Serpiente», El Sargento Slaughter, El Poli Loco, etc. El hermano mayor de mi amigo sabía que el Pressing Catch era mentira y a pesar de eso era fan. Bueno, en realidad era mucho más que fan. Era cómplice.

«Sois muy especiales.»

— Donald Trump (mensaje a sus seguidores el 6 de enero de 2021, tras instigar que asaltasen el Capitolio)

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Los Sacamantecas
Figuras de acción de Los Sacamantecas de Hasbro.

 

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